“No es fácil hacer encajar a las mujeres en una estructura codificada como masculina: lo que se debe hacer es cambiar las estructuras”. El planteo de Mary Beard en su trabajo Mujeres y poder: un manifiesto, volvió a quedar expuesto durante la pandemia: la Unesco detectó que el 51% de las mujeres sufrió una mayor sobrecarga en las tareas de cuidado del hogar. La base de las estructuras organizacionales que tenemos hoy sigue siendo desigual aún a pesar de los enormes avances logrados en los últimos años en términos de equilibrio de género en el mundo corporativo.
Aceleración de la vida digital mediante, el futuro se abre paso a una velocidad nunca vista. No podemos continuar aferrados a esas estructuras desequilibradas y desiguales: es imprescindible repensar la perspectiva de género en las empresas desde cero. Y la mejor forma de hacerlo es a partir de una mirada inclusiva, que reconozca y satisfaga las necesidades prácticas y estratégicas de todas las personas que componen cada organización.
Pero las brechas de género constituyeron una constante en el mundo empresario, llevan mucho tiempo ahí. Necesitamos erradicar conceptos como “techo de cristal” (que pone limitantes “invisibles” para que las mujeres puedan acceder a los cargos más altos) “suelo pegajoso” (las dificultades de las mujeres con su ámbito privado a la hora de tomar decisiones profesionales) o «escaleras rotas” (mujeres con educación secundaria e ingresos familiares intermedios que, aunque están insertas en el mercado laboral, carecen de redes de protección que les permitan avanzar significativamente hacia el empoderamiento económico).
Una forma alternativa para lograr resultados distintos a los que tenemos hoy consiste en avanzar hacia la igualdad sustantiva de género, un modelo que promueve la eliminación de diferencias de oportunidades para mujeres y varones y que pone fuerte énfasis en diseñar, implementar y evaluar acciones con la mirada puesta en garantizar los derechos humanos de cada miembro de la organización. Una estrategia en la que ganan no solo los beneficiarios directos, sino también la organización -que goza de una mirada más amplia, diversa e innovadora- y hasta la sociedad en su conjunto: la consultora PwC estima que si la brecha de género se resolviera para 2025… ¡El PBI mundial se incrementaría en más de 5 mil millones de dólares!
No podemos aceptar pacíficamente que sigan existiendo diferencias salariales para cargos equivalentes apalancadas solo en el género del trabajador. ¿Cómo puede ser posible que en el siglo XXI haya mujeres que tengan menos posibilidades de participar en las reuniones o de dar a conocer su punto de vista en el marco empresario?
Los números resultan asombrosos para la época en que vivimos: en Latinoamérica, apenas un 50% de las mujeres tiene acceso al mercado laboral, contra el 70% de los hombres, de acuerdo a los datos de la Organización Internacional del Trabajo.
En Lumen Latinoamérica aportamos nuestro grano de arena desde nuestros Encuentros Virtuales, que promueven la diversidad, la inclusión y la pertenencia entre nuestro capital humano para que cada colaborador pueda desarrollar en libertad su mejor versión personal y profesional.
Llevamos diez meses viviendo en un mundo que se modifica a gran velocidad. Cambian las formas de trabajar, de relacionarse y de evaluar la performance de las personas y de las organizaciones. Estamos ante una oportunidad extraordinaria para crear, como si estuviéramos frente a un lienzo en blanco, una nueva realidad empresaria signada por la paridad de género. Porque ya vimos que nada es imposible. Alcanzar la igualdad sustantiva de género, tampoco. Depende de cada uno de nosotros.
Autor:
Facundo Castro
Finance & Delivery Senior Vice President,
Lumen América Latina