Ante la coyuntura ocasionada por la pandemia del COVID-19, las organizaciones han estado validando su capacidad de respuesta frente a la crisis, evaluando las estrategias de Continuidad del Negocio que se implementaron y buscando formas de mejorar su capacidad de resiliencia.
Todo programa de continuidad de negocio nace con la revisión de un Business Impact Analysis (BIA), el cual define los impactos ante disrupciones en los procesos y funciones críticas de la compañía. Este input, nos permite definir los planes de continuidad, pensando en posibles escenarios (generalmente los más predecibles), y de ahí en más, las estrategias de recuperación que sostienen los procedimientos para poder cumplir con los RTOs y MTDs esperados por el negocio.
Ante un evento de esta característica, inestable, cambiante y de largo plazo, nos vemos obligados a pensar en diferentes escenarios en donde posiblemente tengamos que soportar el negocio por más de 60 días, con el 50% de la fuerza laboral si la epidemia se expande. Esto nos lleva a definir estrategias alternativas de recuperación para abordar el nuevo contexto que vivimos, siempre teniendo como prioridad la salud y la seguridad de nuestros colaboradores, clientes, socios y nuestras comunidades.
En CenturyLink, pensamos en la contingencia de nuestros clientes, conscientes de que en este contexto actual se necesita mayor dinamismo y capacidad para brindar las herramientas adecuadas y/o ampliar sus servicios para que también puedan seguir operando en esta nueva modalidad virtual.
A medida que pasa el tiempo, los gobiernos empiezan a flexibilizar las medidas restrictivas, permitiendo mayor actividad comercial, el uso del transporte público y otros tipos de actividades con enfoque en la retomada económica. Lo cierto es, que al momento no hay una solución al problema de la pandemia, por lo cual, a la fecha, depende de cada ciudadano cumplir con los debidos cuidados, las buenas prácticas, y de tener una conducta activa y preventiva.
En algún momento las organizaciones, pensarán en el retorno a las actividades, incorporando a sus empleados a las oficinas, y en este momento, es muy importante considerar en un programa de BCM, la implementación de un esquema de retorno gradual y controlado, analizando criteriosamente qué colaboradores cumplen funciones críticas y esenciales que necesariamente tienen que hacer sus labores estando presencialmente en las oficinas, y quienes pueden seguir trabajando desde sus hogares; definir los protocolos y esquemas necesarios para la reubicación del personal, considerando los factores de riesgo de los empleados, su entorno social, como se movilizan, el uso de las áreas comunes, el distanciamiento obligatorio, entre otras medidas importantes para minimizar el riesgo.
Las compañías deberán ser muy estrictas con la ejecución de los protocolos, y los empleados deberán seguir apoyando las iniciativas de prevención y cuidado definidas por la organización; independientemente del uso de tecnologías como termómetros y cámaras térmicas, por ejemplo. Pensemos que gran parte de la población es asintomática, y que el uso obligatorio de barbijos y las buenas prácticas de higiene son claves para sostener la continuidad del negocio y cumplir con la principal meta de recuperación que es la salud de nuestros empleados.
Autor:
Marcelo Gimenez
Business Continuity & IM Director, Corporate BCM Office
Lumen, América Latina