La tecnología siempre fue el elemento desencadenante de todas las revoluciones industriales que tuvieron lugar en los últimos siglos. Los historiadores denominaron Revolución Industrial a los procesos que llevaron, desde el siglo XVIII en adelante, a la sustitución de herramientas artesanales por máquinas, y al uso de la energía humana por energía motriz, que transformó para siempre los medios de producción industrial y de transporte, generando asimismo cambios en las relaciones laborales, consolidando el proceso de formación del capitalismo.

La máquina de vapor, construida por el inglés Thomas Newcomen en 1712 y perfeccionada en los motores por James Watt en 1765, fue la tecnología impulsora de la Primera Revolución Industrial, mecanizando y aumentando la productividad en el proceso fabril de la época. Esta tecnología, utilizando el carbón como combustible, permitió la creación de la locomotora y de los ferrocarriles, que se construyeron en toda Europa a partir de la década de 1830. Durante este período, el dominio de la tierra dio paso al dominio industrial, colocando a Inglaterra como la gran potencia mundial del siglo XIX.

La electricidad, que permitió la creación de la lámpara eléctrica inventada por el estadounidense Benjamin Franklin, y del motor eléctrico de Michael Faraday, posteriormente perfeccionado por Nikola Tesla, fue la tecnología básica de la Segunda Revolución Industrial, iniciada a finales del siglo XIX, que combinado con el concepto de línea de montaje, hizo posible la producción masiva de productos de consumo, revolucionando la vida en las ciudades, el acondicionamiento de los alimentos, el transporte y diversas aplicaciones presentes en nuestro día a día. La energía hidroeléctrica surgió posteriormente como la primera alternativa sustentable para sustituir a los combustibles fósiles.

El desarrollo de los semiconductores y de los sistemas informáticos fueron las tecnologías que nos legó a partir de la década del ‘50, la Tercera Revolución Industrial. Estas tecnologías posibilitaron el desarrollo de decenas de dispositivos que componen el “mundo electrónico”, según la visión histórica que se muestra en la siguiente ilustración. 

 

Estos dispositivos tecnológicos, junto con la mejora de los sistemas de hardware y software y el desarrollo de varias «aplicaciones», revolucionaron a la sociedad en la transición al nuevo milenio, a través de la rápida evolución de la tecnología de la información (TI) y de las telecomunicaciones por fibra óptica y satélites.

Entre tantas creaciones de este período, utilizadas en la industria, el comercio, la prestación de servicios y el entretenimiento, destacamos el surgimiento de Internet y de la telefonía móvil como las más revolucionarias. El teléfono celular, con alrededor de 5 mil millones de usuarios en todo el mundo, es la estrella principal de la Tercera Revolución Industrial, también llamada «revolución digital«.

El alemán Klaus Schwab, ingeniero y economista creador del Foro Económico Mundial, definió como Cuarta Revolución Industrial al período iniciado en la década de 2010, sobre la cual afirma que varias tecnologías comenzaron a fusionar los mundos físico, digital y biológico, promoviendo las mayores transformaciones que jamás haya experimentado la humanidad.

En su libro “La Cuarta Revolución Industrial” publicado en 2016, Schwab señala que, a diferencia de las anteriores, esta revolución industrial no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino que representa la transición hacia nuevos sistemas que se construyeron sobre la infraestructura de la revolución digital, pero con una velocidad, alcance global e impactos en toda la sociedad muy superiores.
Como resultado de esta revolución, surgieron mega tendencias tecnológicas, clasificadas en tres dimensiones:

Física: vehículos autónomos, impresión en 3D, robótica avanzada y nuevos materiales;
Digital: IoT (Internet de las Cosas), Blockchain, Big Data e Inteligencia Artificial;
Biológica: edición genética, biología sintética, bioimpresión y nanotecnología.

Estas tendencias son interconectadas por tecnologías que les dan soporte y se retroalimentan entre sí. En la industria de la Salud encontramos las mayores sinergias entre estas tendencias, con el uso de equipos de telemedicina, diagnósticos y exámenes, interconectados con bases de datos para almacenar información. Las técnicas de secuenciación de ADN genético, por ejemplo, requieren la generación de un gran volumen de datos con alta calidad de información, es el concepto práctico de “Big Data”, que combinado con los mecanismos de control y seguridad garantizados por la tecnología Blockchain, dan como resultado una “medicina de precisión”, una revolución en el diagnóstico y tratamiento médico individual de cada paciente. Otro ejemplo es el uso de impresoras 3D (bioimpresión tridimensional), que se utilizan en investigaciones en Brasil y otros países, para la «creación» de órganos humanos perfectos, que pronto serán utilizados en trasplantes de corazón e hígado, a partir de células madre de los pacientes.

En casi todas las industrias, las tecnologías digitales han creado formas disruptivas de combinar productos y servicios, disolviendo las fronteras tradicionales entre ellos. En la industria automotriz, el automóvil es ahora una «computadora sobre ruedas», cuya parte electrónica corresponde al 40% de su costo total. El futuro está en los vehículos autónomos, que son totalmente dependientes de la tecnología y que están conectados vía WiFi y 5G en sistemas de computación de borde (edge computing) que ofrecen baja latencia en las transacciones para garantizar la seguridad del tránsito.

En la industria financiera, nuevos algoritmos de consultoría robotizada (Robo Advisory) están reduciendo los costos y eliminando barreras de entrada con las Fintechs. Los bancos están utilizando nuevas tecnologías para ofrecer productos más accesibles, análisis de riesgo para inversiones a través de data mining (algoritmos de análisis de datos transaccionales a partir de base de datos con capacidad de información) y comodidades de servicios basados en Inteligencia Artificial e IoT.

Otro aspecto de este momento es el de la privacidad, tema que se tornó una paradoja entre las últimas revoluciones. Mientras que en la Tercera Revolución Industrial la humanidad aprovechó la tecnología para manifestar su libertad de expresión y facilitó la exposición de la vida íntima en las redes sociales, en la Cuarta Revolución Industrial la seguridad de los datos personales y la información confidencial de gobiernos y empresas, pasó a ser cada vez más importante para garantizar la privacidad de las personas, la prevención de los delitos cibernéticos y la seguridad de las transacciones electrónicas.

Ahora vivimos en un mundo de posibilidades tecnológicas infinitas. En sintonía con las demandas de la 4ª Revolución Industrial, Lumen lanzó una Plataforma para sus clientes que necesitan operaciones con el uso intensivo de datos, baja latencia (< a 5ms) y seguridad, ofreciendo procesamiento de edge computing, ideal para su uso en realidad virtual o aumentada, IoT, transacciones electrónicas y robótica aplicada en el comercio minorista. Esta plataforma también presta asistencia a nuevos servicios de «Internet táctil», que es la interacción hombre-máquina, a través de sensaciones táctiles e inmediatas, para la transmisión de los sentidos humanos a un dispositivo, con aplicaciones en las áreas de salud, educación y juegos electrónicos.

Lumen ofrece sus servicios en esta plataforma a través de una red internacional compuesta por más de 720 mil kilómetros de fibra óptica y 180 mil edificios conectados, con acceso a dos mil doscientos Data Centers en todo el mundo, lo que permite un fácil acceso a aplicaciones en la nube (cloud computing), como análisis de Big Data, recuperación de desastres, SaaS (Software as a Service), entre otros, además de una variedad de servicios de colaboración unificada. Más información en https://www.lumen.com/es-ar/about/4th-industrial-revolution.html.

En conclusión, podemos llamar a la 4ª Revolución Industrial una revolución “tecno-socio-económica”. Así de impresionante es el impacto que estas tecnologías emergentes seguirán teniendo en la sociedad y en sus individuos, quienes comienzan a incorporar nuevos hábitos de vida y de consumo, al igual que con las transformaciones en el futuro del trabajo, de las empresas y de las organizaciones en el siglo XXI.

Jon Paul "JP" McLeary

Autor:
Durval Carvalho Avila Jacintho
VP Customer Tech Operations, Lumen, LATAM

Durval Jacintho, MSc, PMP, CCI, trabaja hace 35 años en el mercado de las telecomunicaciones, donde ocupó cargos gerenciales en empresas como Impsat, AT&T Tridom, Comsat, Villares e Icatel. En Lumen desde 1997, es actualmente Vicepresidente de Customer Operations en América Latina y Director Ejecutivo de la empresa en Brasil

Disponible en Português (Portugués, Brasil)