Inmediatamente después del asesinato de George Floyd, todos experimentamos lo que yo describiría como la primera ola de empatía, una serie de respuestas espontáneas, a menudo emocionales, por parte de líderes empresarios de todo el país en torno a la necesidad de justicia social. Me sentí inspirada por la profundidad de estas observaciones, casi más filosóficas que corporativas. Una en particular me dejó impactada —una advertencia de Tim Cook, de Apple, diciendo que todos debemos resistirnos a la tentación de volver a la «normalidad», a expensas de ignorar la injusticia.

En los días siguientes a la muerte de Floyd, me debatí sobre cómo debería reaccionar. Soy una persona optimista por naturaleza. ¿Cómo iba a equilibrar mi creencia en la bondad de la humanidad con esta demostración de maldad y prejuicio? Luego, comencé a vislumbrar la manera de hacerlo. La sanación comienza con la comprensión. Tuve que ocuparme de conocer más, conectándome con amigos y colegas Negros, para escuchar sus puntos de vista y ver el mundo a través de sus ojos.

Esto es lo que yo daría en llamar la segunda ola de empatía—el momento de superar el shock inicial y de iniciar conversaciones positivas. A medida que fui elaborando esto, recogí algunas observaciones en el camino. No diría que son exhaustivas, de modo alguno, aunque pueden resultar útiles para aquellos que, como yo, tropiezan en este camino.

Descubrí que estas conversaciones tienen mejores resultados cuando se espera lo inesperado. No se las puede guionar. Hay que dejar que fluyan. Estas comunicaciones realmente tienen impacto cuando se perciben como auténticas, donde ser auténticos simplemente significa ser nosotros mismos. Evitemos decir frases tales como “Entiendo cómo te sientes.” El punto central de estas conversaciones consiste en desarrollar esa comprensión. Nadie se sentirá ofendido cuando sepa que eres honesto y afectuoso, sin importar lo incómodo que te haga parecer.

Algo que realmente me sorprendió es cuán emotivas pueden resultar estas conversaciones. Todo el tiempo estamos preguntándoles a las personas cómo están, principalmente como una manera de saludarlas. No siempre buscamos respuestas genuinas, sentidas, y a veces esas respuestas pueden ser abrumadoras. Las personas sufren. Sienten temor. Sobre todo, las personas simplemente necesitan contacto humano, especialmente ante la pandemia actual. Para poder aprovechar estas conversaciones, me di cuenta de que también debía responder desde las emociones, escuchando y conectándome en todo el proceso. Por momentos, uno siente el deseo de darles un abrazo, tanto por uno mismo como por ellos.

Estas conversaciones también consisten en ganar la confianza lo más rápido posible. A todos les digo lo mismo. No puedo resolver todo, pero sí deseo mejorar las cosas, de modo que quiero que todos se comuniquen conmigo. Como líder sénior, ese pedido puede sonar un poco intimidatorio, sobre todo para alguien que puede estar en una escala jerárquica más baja dentro de la organización. Pero el poder de darnos el permiso puede ser una de las mejores herramientas de nuestro arsenal como líderes. Es necesario que la gente sepa que nos preocupamos lo suficiente como para poner sus necesidades en primer lugar.

Ninguna región del mundo tiene el monopolio sobre los prejuicios, la injusticia social es una pandemia global desde hace mucho tiempo, que disemina la inequidad política, religiosa y humana por todas partes. Como presidente de ITW (Semana Internacional de las Telecomunicaciones) del Global Leaders’ Forum, que reúne a ejecutivos de los principales operadores mayoristas de telecomunicaciones a nivel mundial, he asumido el compromiso personal de fomentar la diversidad y la inclusión en nuestra industria. Nuestro informe reciente sobre diversidad de género es solo el punto de partida para abordar estos otros temas de manera más amplia. Podemos mejorar.

Muchas de mis conversaciones recientes han destacado la fortaleza y estoicismo de quienes diariamente enfrentan los desafíos y frustraciones del prejuicio. Ellos creen que la respuesta final está en el diálogo y en la concientización, no en la discordia social y cívica. En una de mis canciones favoritas, “Frágil,” Sting usa el asesinato de un ingeniero estadounidense a manos de los Contras en Nicaragua, para fortalecer la fragilidad de la humanidad y la futilidad de la violencia:

“Un acto así terminará,
Con una vida y nada más
Nada se logra con violencia, ni se logrará.”
Sigamos hablando. Prometo nunca dejar de escucharlos.

Este blog fue publicado previamente en LinkedIn el 21 de junio de 2020.
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Jon Paul "JP" McLeary

Autor:
Laurinda Pang

Laurinda Pang es Presidente Internacional y de Gestión de Cuentas Globales de Lumen. Es responsable de los 200 principales clientes corporativos de la empresa a nivel mundial y de los resultados del negocio y de las operaciones en Asia Pacífico, América Latina, Europa, Oriente Medio y África. Anteriormente, Laurinda se desempeñó como Presidente Regional de América del Norte y Asia Pacífico de Level 3 Communications, donde fue responsable de los resultados generales del negocio en la región. Durante el trascurso de su profesión, ha tenido un rol clave impulsando iniciativas significativas para el negocio y para el desarrollo de estrategias corporativas.

Disponible en Português (Portugués, Brasil)