Acompañamos de cerca la aceleración digital provocada por la pandemia de COVID-19. Fueron años de cambios en tan solo unos meses, no solo en cómo operan las empresas de todos los sectores, sino también en cómo nos desempeñamos todos en nuestra vida diaria. Llegamos a lo que podemos llamar la «segunda etapa de la Era Digital», donde las tecnologías están presentes prácticamente en todo: en la vida cotidiana, en Internet de las Cosas (IoT) o a través del uso de la Inteligencia Artificial (IA) en hogares inteligentes, o incluso Big Data, pero sobre todo, sobre cómo se ha ido configurando el futuro de la economía. 

En 2020, el año de mayor restricción a la circulación en el país, el comercio electrónico, por ejemplo, tuvo un salto récord en su participación en el comercio minorista. Según un relevamiento de la Asociación Brasileña de Comercio Electrónico (ABComm), la ventas se incrementaron un 68% en comparación con 2019. El año pasado, cerca de 20,2 millones de consumidores realizaron por primera vez, una compra por internet. 

El universo financiero está más digital

Para satisfacer esta demanda y mantener las operaciones, miles de empresas implementaron el comercio electrónico y diversas soluciones digitales que les permitieron mejorar, ampliar y facilitar sus procesos. Para tener una idea de la magnitud de esta transformación, según la Asociación Brasileña de Comercio Electrónico – ABComm, cerca de 150 mil tiendas que atendían al comercio minorista de manera presencial, pasaron a vender también en el ambiente digital. Y este es solo un ejemplo del impacto tecnológico que la pandemia impulsó en el aspecto económico. 

Vale insertar en este contexto el arribo de PIX al sector financiero, que solo en los primeros seis meses de operaciones registró más de 1.500 millones de transacciones. Entre noviembre de 2020 y abril de este año, la cantidad de transacciones efectuadas por medio del sistema ya superaba a la cantidad de TEDs y DOCs, como así también a la suma de cheques y facturas. 

Estamos, sin dudas, ante una transformación cuyo impacto en las finanzas a nivel mundial, todavía resulta difícil de dimensionar, en un nivel macro. Porque claramente, toda innovación trae aparejados beneficios y riesgos. Las tecnologías emergentes traen también riesgos como el mal uso de los datos de los usuarios y el derecho a su privacidad, o la pérdida de puestos de trabajo, sustituidos por las máquinas impulsadas por la IA. 

En este sentido, uno de los aspectos más importantes que debemos considerar es que en este nuevo entorno, Blockchain se posiciona como una nueva plataforma operativa que ayuda a las empresas y a la economía del siglo  XXI a enfrentar estos desafíos. 

¿Pero, qué es Blockchain?

Blockchain es una tecnología creada en 2008, en el mundo de las finanzas, pero que hoy en día ya tiene diversas aplicaciones en otras áreas. Esta palabra que comenzamos a escuchar con más frecuencia se refiere a un concepto que elimina las intermediaciones en las cadenas de suministros. Es un banco de informaciones en el que los bloques están interconectados y encriptados para proteger la seguridad y privacidad de las transacciones. 

En otras palabras, se trata de una base de datos distribuida y segura que se puede aplicar a todo tipo de transacciones, no necesariamente solo a las financieras. Permite que diferentes participantes en una red de base de datos registren transacciones y eventos comerciales de manera inmutable y secuenciada. La forma en que se registran y encriptan estos datos permite recuperar de manera rastreable todo el historial de transacciones de estos diversos participantes, lo que genera seguridad y confiabilidad en los procesos. 

Gracias a esta tecnología, podremos pasar de la internet de la información a la internet de valor, en la que cada usuario podrá asumir y ser responsable de su identidad digital, o sea, ser dueño de sus propios datos y privacidad, en procesos como las compras que realizamos online, los lugares que visitamos, entre muchas otras cosas. 

Asimismo cambiará el rol de los bancos, que ya no serán solo intermediarios en las transacciones, sino que deberán orientar sus sistemas de TI hacia la adopción de una cultura financiera de cadena de bloques que les permita actuar de manera más funcional y segura en sus procesos. Esta tecnología tiene el potencial de reducir costos, acelerar las transacciones y promover una mayor inclusión financiera al simplificar los pagos nacionales, internacionales y de remesas, por ejemplo. 

Surgen muchas incógnitas a medida que el negocio pasa de reaccionar y recuperarse de los impactos del coronavirus, a la actual etapa de mirar y planificar su crecimiento. Pero sabemos que Blockchain es una de las principales herramientas para diseñar este futuro de nuestra economía. Tanto las empresas como los gobiernos deben trabajar juntos para desarrollar contratos sociales viables para superar los desafíos actuales relacionados con el uso de datos, la “bancarización” de la población y la transformación digital. 

No tengo dudas de que este futuro está cerca y Blockchain será la clave para generar valor de manera justa para todos los involucrados en los procesos financieros. La confianza no es solo una cuestión de seguridad, también es una cuestión de responsabilidad. 

Jon Paul "JP" McLeary

Autor:
Danilo Cereza
Director de Ventas
Lumen, Brasil
Con más de 20 años de experiencia en los sectores de tecnología de la información y de las telecomunicaciones, Danilo actualmente lidera y desarrolla equipos de ventas para el segmento corporativo y de gobierno en todo el territorio brasileño.

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